Seis meses después del arranque del Plan de Apoyo a Michoacán, presentado por el presidente Andrés Manuel López Obrador como un mecanismo pa...
Seis meses después del arranque del Plan de Apoyo a Michoacán, presentado por el presidente Andrés Manuel López Obrador como un mecanismo para contribuir, entre otras cosas, a “enfrentar el problema de la inseguridad y la violencia”, datos oficiales revelan que en este periodo no disminuyó la cantidad de asesinatos: por el contrario, creció más de 10% y el estado ascendió al primer lugar nacional en la clasificación de ese delito.
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Aunado a esta situación, especialistas advierten que en los últimos tiempos se extendieron las áreas en las que ocurren los actos violentos, hasta cubrir casi todo el estado. Además se recrudecieron las formas de crueldad extrema con que se cometen los homicidios, con mayor frecuencia acompañados de tortura o descuartizamiento de cuerpos.
También se elevó considerablemente la incidencia de masacres, que a lo largo de 2021 sumaron 52 (una cada semana en promedio) y en el primer trimestre del presente año ya se contabilizaron 21 (una cada 4.2 días), de acuerdo con datos de la organización Causa en Común.
Nancy Angélica Canjura Luna, investigadora de esa asociación, considera que la actual escalada de violencia en Michoacán es resultado de la “guerra encarnizada” que sostienen en la entidad el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y varios grupos locales, entre ellos Los Viagras.
“Es una lucha –explica– que no da tregua y que al mismo tiempo mantiene a la población en medio del fuego cruzado, sobre todo en las regiones que tienen menor presencia del Estado, pero también vemos que Morelia se encuentra en una situación de violencia muy similar ya a lo que también estamos viendo en Guanajuato y Zacatecas.”
El sacerdote Gregorio López Gerónimo, conocido como Padre Goyo, lamenta “el deterioro de la sociedad y los niveles de degradación humana que se perciben en algunos sectores de la población a través de las manifestaciones de la violencia, al grado de perderle el respeto a la vida y a los derechos humanos”.
El religioso, quien encabeza en Apatzingán la asociación civil El Buen Samaritano, desde donde apoya a las víctimas, responsabiliza de la situación que se vive en la entidad a las autoridades de todos los niveles que “con sus omisiones han empoderado a los delincuentes y han dejado a la población inerme frente a los grupos criminales”.
Con una tendencia creciente en las cifras anuales de asesinatos, la administración gubernamental del perredista Silvano Aureoles Conejo ha sido el periodo de mayor crecimiento en ese delito, desde que se tiene registro oficial. Empezó con mil 371 víctimas en su primer año y, sin dejar de aumentar, casi duplicó esa cantidad al llegar al sexto, con 2 mil 667, para sumar 11 mil 460 homicidios en todo su sexenio, que concluyó el pasado 30 de septiembre.
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