El terremoto de magnitud 7,1 que sacudió al centro de México la noche del martes ha dejado a los sismólogos del país en alerta por su cerca...
El terremoto de magnitud 7,1 que sacudió al centro de México la noche del martes ha dejado a los sismólogos del país en alerta por su cercanía con la brecha sísmica de Guerrero, una franja tectónica que desde hace más de un siglo no registra un gran terremoto. Víctor Manuel Cruz-Atienza, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), apunta que pese a que en comparación con otros seísmos que han ocurrido en la zona del Estado de Guerrero no fue de gran magnitud, ocurrió exactamente en el punto de la costa más cercano a la Ciudad de México. Esta sería una de las razones por las que en algunas zonas de la capital se sintió muy fuerte. Además, se localizó en una zona clave del país: el límite oriental de una franja en la que desde hace más de un siglo se espera un gran terremoto de una magnitud mayor a 8.
Cada año, en México se registran unos 30.000 sismos en promedio y el Estado de Guerrero concentra alrededor de un 25% de la actividad sísmica nacional. Por esta razón, para los expertos, la brecha de Guerrero es un lugar anómalo en la medida en que no ha ocurrido un sismo significativo, mayor a 7 grados, desde hace más de 110 años. Cruz-Atienza explicó que si la brecha sísmica rompiera en su totalidad ocasionaría un gran terremoto superior a una magnitud de 8,2. El especialista reconoció que el terremoto de este martes podría tener repercusiones sobre la brecha sísmica de Guerrero, que al no haber registrado un gran terremoto sigue acumulando energía. “Es un sismo pequeño de magnitud moderada pequeña, eso que nos habla de la preparación que hay en ciertas porciones ya de la brecha para romper, pero insuficientes para romper un sismo mayor todavía”, señaló.
De acuerdo con la información del Servicio Sismológico Nacional, el terremoto de este martes se produjo a las 20.47 hora local a 11 kilómetros al sureste de Acapulco, a una profundidad de 10 kilómetros. “Se trata de una falla de tipo inverso, en la que el bloque de techo sube con respecto al bloque de piso. Este tipo de fallas son características de las zonas de convergencia entre placas tectónicas, como ocurre en el contacto entre las placas de Cocos y de Norteamérica, en esta interacción la placa de Cocos subduce bajo la placa Norteamericana”, indica el reporte técnico. Hasta el momento se han registrado más de 200 réplicas por este terremoto, la de mayor magnitud de 5,2.
Desde hace cinco años Cruz-Atienza en conjunto con un grupo de investigadores de la UNAM y la Universidad de Kioto buscan en las aguas del Pacífico mexicano cualquier indicio de movimiento de la brecha sísmica de Guerrero. En noviembre próximo este equipo de investigación levantarán anclas para recuperar los datos del fondo oceánico para ver de qué manera se deformó la corteza previo a la ruptura de este martes y la deformación postsísmica que ha provocado este último terremoto en Acapulco.
¿Cuándo romperá la brecha de Guerrero?
Esta es la pregunta que se hacen todos los especialistas, asegura Carlos Valdés González, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM y comisionado del Centro de Estudios Mexicanos de la Universidad en Costa Rica. “Estamos haciendo una cantidad de análisis para tratar de determinar el impacto que tiene este sismo y sus réplicas en transferir o en permitirle que se libere la energía sísmica en la brecha de Guerrero, es una incógnita muy importante y habrá que hacer una serie de evaluaciones para concluir, pero sabemos que está pendiente un sismo en la brecha sísmica de Guerrero. No podemos detener un terremoto en este lugar, pero sí podemos mitigar su efecto si actuamos de manera correcta”, dijo.
Aunque Valdés González reconoció que es muy probable que este terremoto detone una mayor actividad sísmica en el país, como ocurrió en 2017, tampoco es posible proveer de qué tamaño será esta alza. Además, apuntó que pese a la coincidencia de fechas con los terremotos de septiembre de 2017 no es posible establecer una relación para poder prever otros movimientos similares en la zona. El especialista acotó que a diferencia de hace cuatro años la distancia de más de 200 kilómetros de distancia permitió una señal de alerta más oportuna para la población.
Los especialistas coinciden en que todavía no es posible predecir un sismo ni evitar el peligro que supone, pero en la medida en que se cuenta con información técnica suficiente se podrá mitigar el riesgo asociado de un futuro terremoto con epicentro en la brecha de Guerrero.
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