Con la exigencia de “¡Justicia!” y de que el tramo elevado de la Línea 12 sea demolido para que la tragedia no vuelva a ocurrir, víctimas y ...
Con la exigencia de “¡Justicia!” y de que el tramo elevado de la Línea 12 sea demolido para que la tragedia no vuelva a ocurrir, víctimas y familiares de pasajeros fallecidos llevaron flores, cantos y lágrimas al sitio donde hace un año su vida dio un giro sin retorno.
“Lo único que pedimos al gobierno es que tire esta construcción y la vuelva a hacer, si es que realmente quiere reparar el daño. No hay nada que repare la vida de nuestros familiares. Con nada voy a reparar la vida de mi hijo, pero hoy en día queremos dejar huella y que esto no vuelva a pasar”, dijo entre lágrimas y voz cortada Marisol Tapia.
Ella es madre de Brandon Giovani, el menor de 13 años que, la noche del 3 de mayo del 2021, regresaba a casa en la Línea 12 del Metro contento de haberse ganado unos pesos ayudando en un negocio familiar para comprar el regalo a su mamá del 10 de mayo.
“Al gobierno se le olvida que somos seres humanos y que no tenemos por qué pagar nosotros el precio de su corrupción. No hay reparación para una pérdida”, agregó arropada por un familiar.
Marisol es parte de un grupo de víctimas que la mañana de este martes hicieron un acto de memoria con cuatro cruces de rosas rojas y flores blancas que colocaron frente al vacío que dejó la trabe metálica que colapsó con los últimos dos vagones llenos del tren a las 10:22 horas de aquella noche.
Ese hueco en el cielo que eriza la piel solo de recordar esas horas de terror entre el polvo, los escombros y los gritos de auxilio de los más de 100 heridos, y las imágenes de cuerpos inertes de entre las 26 personas que murieron en el sitio o en los hospitales.
Ese grupo de víctimas no ha firmado ningún acuerdo reparatorio con la empresa Carso Infraestructura y Construcción (CICSA), del magnate Carlos Slim, porque dicen que eso no es verdadera justicia y que, por eso, seguirán exigiendo a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX) que haya castigo a los verdaderos responsables y que se llame a declarar hasta a la misma jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum.
Una a una, con un libro de hojas en blanco titulado “Memorial de las víctimas de la L12. Documental de una tragedia llena de impunidad y corrupción” y 13 nombres de víctimas, éstas y sus familiares reiteraron que el gobierno de la Ciudad de México les ha retirado la ayuda que les dio en un principio, que los ha condicionado o que espera que ellos los busquen para hacer justicia.
Homenaje a las víctimas. Foto: Montserrat López
“¿Por qué tengo yo que buscar a la Fiscalía para un acuerdo, si yo no tiré el Metro?, preguntó Sergio Santiago. “Me destrozaron la vida para siempre, aunque quisiera trabajar, ya no puedo”, reprochó Adriana Galván mientras lograba contener las lágrimas.
El abogado Teófilo Benítez reiteró la acusación de que el gobierno capitalino sabía de las fallas que tenía la línea y de que “este tramo estaba gritando que se iba a colapsar y nunca se tuvo la precaución necesaria ni el seguimiento adecuado para que esto no pasara”.
Las palabras apenas se escuchaban ante el paso de tráileres y el claxon de microbuseros que pasaban cerca de la gente sin que hubiera algún operativo de tránsito de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) para cuidar a los manifestantes.
Más víctimas al olvido de todos
Cuando este grupo de víctimas terminaba su acto de memoria, otro identificado como del Movimiento Antorchista se acercaba gritando “¡Ni un muerto más!”. Eran familiares de José Juan Galindo y Evaristo Lucas Santiago, quienes aquella noche compraron un boleto de Metro y ya no bajaron con vida en ninguna estación.
Llevaban una corona de claveles blancos que recargaron en un poste de luz y ahí rezaron, pusieron una veladora y dejaron rosas y recuerdos.
Agripina Santiago, madre de Evaristo, apenas podía articular frases para recordar que su hijo era albañil. No sabe la edad de su hijo, pero afirma que “era muy bueno, muy trabajador… pero ya se murió, ya no se puede hacer nada”.
Recuerda que dos años antes del colapso del Metro, la esposa de su hijo murió y su nieta ya no vivía con él, por eso, él regresó a la casa de su madre, a quien mantenía económicamente.
“Una sola vez llegó una licenciada y dijo ‘aquí le traigo esto (dinero), pero fírmame aquí’. Y yo, tonta, que agarro y lo firmo”. Dice que la autoridad le dio la indemnización a su nieta y “me dijeron que ella me tenía que dar a mi ayuda para que la atendieran en el doctor y algo para ayudarme a vivir, pero no me dio nada. Y ya después nadie ha visto por mi, me prometieron ayuda y nada”.
COMMENTS